jueves, 4 de agosto de 2011

Descripción breve de un extraño sentimiento.

Una luna que me sirve para ni madres, cuando sé que llego a mi casa, y entiendo, (después de verlos a ellos tan desconocidos y cercanos) que durante dos años [porque también miento, te mentí] le dí a la torre más segura un merecido que no merecía: la ruina, ésta, la que me arruina con toda seguridad.

Un gran éxito ésta paradoja, saberte dormido a metros, y tres cuadras-a kilómetros y ninguna calle. Hibridar mis encuentros no era una actividad tan cotidiana...

Soy yo la que necesita el abrazo más silencioso y poco placentero, yo la que debe soltar su estómago al mundo, ¿que puedo esperar después de haber creído que todo lo pisado era cemento, concreto y mármol?

Escribir una carta y sellar el sobre, timbrarlo con una estampa de un lugar ajeno...anotar el clima de ese lugar y no contarte nunca el descenlace de este maldito cuento, así como no encontrar qué mounstros salieron de ti este tiempo.

Cuando empiezan las maldiciones, es hora de abreviarme, irme y quizás dormir, pero no, poque ya va siendo hora de que sepan lo que nunca sospechaban: No lloro porque no puedo, no siento fríos los pómulos, aunque a veces muera por tener un par, tener un par y regalártelas, así es como comenzarías a saber (más) de mi.

Robé una tarjeta pequeña de una tienda muy grande, la tarjeta la guardé en mi libro más mediano. Quisiera decirte más cosas pero acorté.

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