domingo, 1 de enero de 2012

El retrato.

I

-...Si, ya todo listo, solo falta que tú y los demás acepten.
-Por mí no hay ningún problema, ¿ya le dijiste a los otros?
-No, aun no, mañana o pasado que los vea, me da un poco de pena decirle a su amiga, casi no la conozco, y he hablado muy poco con ella, pero supongo que aceptará, la quiere mucho.
(La conversación sigue en torno a otros temas)


II

Tres días después.
[Conversación con los demás (uno por uno)]

-...vaya que es una gran noticia, pues, si, yo si acepto, yo si le entro.
-Gracias, ella y yo te lo agradeceremos muchísimo.
-No, de nada, ¿el Domingo verdad?
-Si, el Domingo a las cuatro de la tarde.
-Muy bien, muy bien, nos vemos entonces.
-Órale pues, ¡gracias he!

Ese mismo día.

-¡Wow! no lo puedo creer, es.... ¡wow! Sabes que si amigo, por supuesto que si acepto ayudar.
(Un abrazo largo)

Al otro día.

-...Ella no lo sabe me imagino.
-No, claro que no, es sorpresa, y yo sé que tú eres una gran amiga para ella, por eso pensé que podrías ayudar, en realidad quisiera que aceptaras, aunque tú y yo no nos conozcamos muy bien, realmente me pareces agradable.
(Risas)
-Pues, me parece una cosa súper loca, pero recordando todo lo que ella dice de ti, seguro le encantará la sorpresita...Si, si acepto, pero ¿ya tienes todo contemplado no? No estaría muy bien que a la mera hora algo fallara, si necesitas algo, con confianza dime, ayudaría en lo que fuese necesario.
-No, no, ya todo está listo, solo me faltaba hablar contigo y pedirte el favorcito...
(Risas)
-Ok
-Bueno, es el Domingo a las cuatro de la tarde ¿va?
-Muy bien, no se me olvidará, ¡claro que no! ¿Semejante locura podría olvidárseme? ¡No! ¡Claro que no! Par de locos........no te creas, después de todo me parece algo muy peculiar.
-Tú y ella son muy amigas, comienzo a darme cuenta porqué, me gusta tu sentido del humor. Bueno, pues me voy, nos vemos el domingo.
-Claro, hasta entonces.
Se despiden, ella enciende un cigarrillo, él camina, cruza la calle y entra en una tienda y compra una Coca-Cola.

III

Domingo 12:33pm
(Después de un largo abrazo)

-Llegaste, ¿estás cansada?
-Un poco, si, pero me cansé más de esperar para volver a verte.
-Vamos a dejar tus cosas ¿no? Después a comer, supongo tienes hambre...
-Si, tengo hambre, no demasiada, pero vamos a comer, quiero estar contigo hoy, hasta donde el día permita.
(Risas)
-Muy bien, entonces vamos.

1:20pm
Ambos dejan las cosas de ella en casa de una amiga en común, hay una conversación muy simple entre los tres, y después los tres salen de casa, al cabo de dos cuadras de camino, la amiga en común toma otro rumbo.

2:08pm
(Después de la comida, caminando por una calle que ella no conocía, o que en todo caso, no recordaba.)

-...¡¡¡Que!!!? ¿Te volviste loco y quieres convidarme de tu locura? ¿Ahorita?...lo planeaste, mi amor lo planeaste todo, de manera que yo encajara perfectamente en ésta idea encantadoramente descabellada...Estoy sorprendida, estoy viendo los mismos cuadritos rojos con blanco que vi hace tiempo, solo que con mucha más adrenalina... ¡¡¡y por supuesto que sí!!!! ¡Claro que sí!...
Él la mira fijamente unos cuantos segundos, sonríe, mira su reloj de correas verdes, y de su bolsillo saca un pedazo de papel hecho bola, se lo da a ella, y le dice:

-Nos queda poco tiempo, la sorpresa no termina aquí, abre este pedazo de papel...

Dentro del pedazo de papel hecho bola, está un anillo de circunferencia pequeña, una perla lo adorna, la perla no es blanca, tiene un tono verdoso, muy tenue, un verde "pistache" muy tenue. Ella se pone el anillo e inmediatamente lo abraza entendiendo que ese domingo no es un domingo cualquiera. La calle casi vacía.

3:00 pm
Llegan a un edificio blanco, hace calor, él y ella entran en el edificio y suben unas escaleras, "las escaleras más inmensas que he subido en mi vida" piensa ella, "la locura más grande que he hecho en mi vida" piensa él.
Al fondo del último escalón está una puerta de madera muy ancha, frente a la puerta, están cuatro personas que ambos conocen, dos hombres y dos mujeres, las dos mujeres son la mejor amiga de ella, y la amiga en común que había cambiado de rumbo hace una hora más o menos. Los dos hombres son el mejor amigo de él, y un amigo gay que vivió con ella unos meses atrás. Se saludan todos, y la amiga en común que cambió de rumbo, tiene en su mano derecha una caja de cartón hecha manualmente, se la entrega a ella, y dentro, hay un vestido color beige de encajes curiosos, "...muy lindo..." piensa ella. Su aparente tranquilidad no es sino un síntoma del inquietante destino que parece escribirse de manera extravagante pero muy al estilo del amor que ella siente por él. Ella y la otras dos mujeres entran en una puerta lateral a la puerta ancha de madera, es un baño evidentemente; ella se pone el vestido que funciona perfectamente con el anillo. Mira el anillo, suspira y salen las tres del baño.

3:45pm
Una boda civil planeada por él con cierto anticipo peculiar. Un vestido y un anillo.
A las tres cincuenta pm aparece un hombre con el cabello oscuro, de un oscuro estremecedor. Es un juez.
A las cuatro en punto de la tarde de un domingo, aquél comienza con la ceremonia. Las dos mujeres y los dos hombres: los testigos, desde luego.
No es relevante lo que dice el juez, ni lo que dicen ellos, porque después de todo solo dijeron que si a todo felizmente, y la ceremonia concluyó con una felicitación que más que sincera, era parte del trabajo del juez. Lo relevante viene cuando al finalizar la ceremonia, ella lo abraza a él, y por accidente (si es que eso puede llamarse un accidente) la perla de tono verdoso, muy tenue, se desprende de la argolla que está en el dedo anular izquierdo de ella, y cae al suelo estrellándose y rompiéndose en mil o diez mil pedazos diminutos. Ella y él, muy extrañados miran rápidamente al suelo; la perla rota, en seguida miran la argolla que está en el dedo de ella, se asoman. Hay un agujero con cierta profundidad en la parte central de la argolla, donde antes había estado la perla bella, inmediatamente desaparecen, ambos, como si se los hubiera tragado el anillo. ¿Los testigos? atónitos, perplejos, sin palabra alguna que pudiera explicar lo que acababan de presenciar.



IV

Soy un hombre mayor, tengo setenta y siete años, y vivo solo en este lugar desde hace muchos años, es el mejor lugar que encontré para vivir, tan tranquilo, ¡y el mar! ¡Tan hermoso y apacible siempre!
Hace unos días llegaron a vivir unas personas justo al lado de mi casa. La casa de ellos es una casa de vista muy acogedora, había estado desocupada desde Febrero, tiene suelos de madera y ventanas grandes, lo sé porque conocí a la muchacha que vivió en esa casa, se mudó a otro país creo, es imposible no fijarse de pronto en el interior de las casas de los vecinos, cuando uno anda por el periódico, o anda al parque, cualquier cosa.

Hasta hace poco los conocí, son buenas personas, hemos hecho buenas migas. El Domingo pasado me invitaron un poco de agua fresca, aquí hace calor, me invitaron a pasar a su casa, y entonces conocí un poco más la casa por dentro, vaya que es linda. Se dedican al arte dijeron. Mientras bebía el agua fresca y platicábamos de cosas triviales, miré la fotografía que estaba sobre un tocador, al lado de un teléfono, en el retrato aparecían ellos; él debe tener unos cuarenta y cinco años, ella, la mujer como unos cuarenta, y la niña como seis o siete. Son buenas personas. Parece que la fotografía es más o menos reciente, curiosamente aquél Domingo, él traía la misma camisa que en la fotografía, y ella, la mujer, de mirada muy serena abrazando a su hija, con un vestido de encaje beige y un lindo anillo con una perla verdosa muy tenue en su dedo anular izquierdo.
Son buenas personas.

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